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Alta terapéutica: una transición consciente, no una despedida

  • Foto del escritor: APRes Centro de Aprendizaje y Psicología
    APRes Centro de Aprendizaje y Psicología
  • hace 11 minutos
  • 2 Min. de lectura

En la intervención clínica con niños y adolescentes, pocas decisiones son tan importantes —y tan emocionalmente significativas— como el alta terapéutica. No es un simple “cierre de expediente”, sino un paso cuidadosamente valorado, basado en la evolución real del proceso, y vivido como un momento de transformación.


profesional de APRes en una sesión terapéutica con una niña

¿Qué es una alta terapéutica?

Una alta terapéutica se emite cuando el niño, su familia y el entorno cuentan con los recursos necesarios para continuar el desarrollo sin intervención intensiva. Es un proceso de transición que ocurre cuando se han alcanzado los objetivos planteados y se constata una evolución funcional suficiente para avanzar con mayor autonomía.


Pero en APRes, el alta no se decide nunca “por intuición”.


Un proceso evaluado, estructurado y compartido

En nuestro centro, el alta terapéutica se construye y se valida. Para ello:

  • Revisamos todo el proceso recorrido desde el inicio: evolución por áreas, cumplimiento de objetivos, generalización de logros.

  • Terapeuta en APRes mostrando un informe a una madre

    Aplicamos herramientas de evaluación objetivas —pruebas estandarizadas, escalas de seguimiento y observaciones clínicas— que nos permiten comprobar con claridad los avances.

  • Certificamos los progresos alcanzados desde un enfoque funcional y evolutivo, reflejando lo que el niño ha ganado, no solo lo que ha desaparecido.

  • Recogemos feedback de las familias, a través de cuestionarios, entrevistas y conversaciones abiertas: conocer su experiencia nos permite seguir mejorando.

  • Celebramos el proceso vivido con el niño y la familia. Porque todo logro merece ser reconocido, especialmente cuando ha sido fruto del esfuerzo conjunto.

Terapeuta de APRes entrega diploma  de alta a niña

Entendemos el desarrollo como una trayectoria, no como una meta estática. Por eso, en muchos casos, el alta puede ser parcial (cerrando una línea de intervención) o transitoria (dejando las puertas abiertas a un posible retorno si surgen nuevas necesidades evolutivas).


Alta no es ausencia de desafíos

Es importante aclararlo: el alta no significa que ya no haya retos. Significa que el niño, la familia y el entorno cuentan con las herramientas para gestionarlos sin necesidad de intervención intensiva.


El objetivo no es “que todo esté perfecto”, sino que el sistema esté fortalecido para seguir avanzando con autonomía.


¿Y después del alta?

En APRes seguimos disponibles para la familia, ya sea a través de:

  • Seguimientos puntuales

  • Espacios de orientación familiar

  • Derivación a recursos comunitarios

  • Actividades grupales de nuestra Red de Familias APRes

  • Intervenciones específicas si surgen nuevas demandas


Celebramos el camino

El alta terapéutica es, ante todo, un acto de responsabilidad clínica, de confianza mutua y de respeto por los ritmos de cada niño. En APRes celebramos cada alta como una historia compartida de evolución.

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