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Rabietas, lenguaje y conducta: señales del neurodesarrollo infantil

  • Foto del escritor: Javier
    Javier
  • hace 11 horas
  • 4 Min. de lectura

Señales del neurodesarrollo infantil que no puedes ignorar


Pongámonos en situación… seguro que os resultará familiar una escena como esta.


niña llorando en el suelo

Gonzalo, un niño de 4 años, rompe a llorar y gritar en medio del salón cuando no consigue encajar una pieza del puzle. Tira el juguete al suelo, se enfada consigo mismo y empuja la caja con fuerza, incapaz de tolerar que las cosas no salgan como espera. Su cuerpo se agita y las palabras no aparecen; solo hay llanto, tensión y frustración acumulada.


madre abrazando a su hija que llora por una rabieta

Su madre, al observar la escena, comprende que Gonzalo no está “portándose mal”, sino que no sabe cómo expresar lo que siente ni pedir ayuda (es un padre entrenado por la experiencia…). Se acerca con calma, se pone a su altura y pone palabras a la emoción: “Estás muy enfadado porque no te sale y eso te hace sentir mal”.


Le ofrece apoyo, le muestra cómo respirar despacio y le ayuda a pedir ayuda con frases sencillas. Poco a poco, Gonzalo se tranquiliza y acepta volver a intentarlo acompañado.


¿Qué ha pasado aquí?

La rabieta no surge por el puzzle en sí, sino por la dificultad de Gonzalo para regular la frustración y comunicar su emoción, debido a su inmadurez lingüística.


Al validar la emoción, normalizarla y ofrecer un modo de describirla con palabras, el adulto acompaña la autorregulación y transforma una conducta desajustada en una oportunidad de aprendizaje emocional y comunicativo.


¿Y si esas rabietas fueran un mensaje del cerebro… y no un acto de mala conducta?

En la infancia, el comportamiento no siempre significa lo que parece. Una rabieta, un “no quiero”, la dificultad para mantenerse quieto o un retraso en el lenguaje suelen interpretarse como desobediencia o falta de límites.


Pero ¿y si, en realidad, fueran señales del neurodesarrollo pidiendo ayuda?


A veces, lo que vemos como un problema de actitud es simplemente un cerebro que está aprendiendo y necesita algo diferente: más tiempo, otra forma de comunicarse, un entorno más predecible o apoyo en una habilidad concreta.


El desarrollo infantil también tiene un lenguaje… aunque no use palabras

Cada niño avanza a su propio ritmo y adopta mecanismos de compensación y adaptación que le ayudan a enfrentarse a los retos diarios. Sin embargo, el neurodesarrollo también deja pistas de las dificultades que va encontrando.


Son pequeñas señales que hablan, aunque no siempre se escuchen a la primera:

  • Un niño que “siempre está en movimiento” puede estar mostrando dificultades de autorregulación.

  • Una niña que evita mirar a los ojos quizá esté protegiéndose de un estímulo demasiado intenso.

  • Un pequeño que grita o se frustra ante tareas sencillas tal vez no entienda lo que se le pide, aunque parezca que sí.

  • Y quien tarda en hablar no siempre puede justificarse con un “ya hablará”; a veces solo necesita apoyo específico para que el lenguaje despegue.


No se trata de etiquetar ni de crear alarmas. Se trata de comprender antes de corregir, adoptando una mirada abierta y sin prejuicios que permita acompañar mejor el desarrollo infantil.


Señales tempranas del neurodesarrollo que no deberían pasar desapercibidas

Sin dramatizar, pero sin “barrer debajo de la alfombra”: estas señales no significan que algo vaya “mal”, sino que conviene observarlas y, si persisten, consultar con un profesional especializado en neurodesarrollo infantil.


1. Lenguaje

  • Tarda en decir sus primeras palabras.

  • Le cuesta combinar palabras o hacerse entender.

  • No parece comprender instrucciones acordes a su edad.


2. Atención

  • Dificultad para mantener la mirada o seguir una actividad.

  • Pasa de una tarea a otra sin terminar ninguna.

  • Parece “desconectarse” con frecuencia.


3. Conducta

  • Rabietas intensas que no mejoran con la edad.

  • Reacciones desproporcionadas ante cambios o frustraciones.

  • Necesidad extrema de control o rituales.


4. Interacción social

  • Evita el contacto visual o el juego compartido.

  • Prefiere jugar solo la mayor parte del tiempo.

  • Dificultad para comprender normas sociales sencillas.


5. Movimiento

  • Torpeza inusual para su edad.

  • Dificultades para saltar, correr o coordinarse.

  • Movimientos repetitivos cuando se excita o se frustra.


Prestar atención a las señales es un acto de cuidado, no de preocupación

Las señales del neurodesarrollo no son diagnósticos, sino oportunidades:

  • Oportunidades de intervenir de forma temprana.

  • Oportunidades de acompañar mejor.

  • Oportunidades de evitar que un pequeño desafío se convierta en un gran obstáculo.


Cuando entendemos que los comportamientos son mensajes, la crianza cambia: dejamos de culpar y empezamos a acompañar; dejamos de temer y empezamos a comprender.


Porque el cerebro también habla…

y muchas veces lo hace a través de la conducta.


¿Cómo podemos ayudarte desde APRes?

En APRes somos un centro interdisciplinar especializado en neurodesarrollo infantil. Entendemos que cada niño es único y que sus dificultades no pueden abordarse desde una única mirada.


Nuestro trabajo integra áreas como la neuropsicología, la psicología infantil, la pedagogía terapéutica y la logopedia, siempre que es necesario. Acompañamos a las familias desde una perspectiva cercana y respetuosa, ayudándolas a entender qué hay detrás de las conductas, a poner nombre a lo que ocurre y a tomar decisiones informadas.


Cuando las señales persisten, realizamos evaluaciones exhaustivas no para etiquetar, sino para comprender cómo funciona el cerebro del niño y qué apoyos necesita para desarrollarse de forma saludable. A partir de ahí, diseñamos intervenciones personalizadas, coordinadas con la familia y, siempre que es posible, con el centro educativo.


Nuestro objetivo no es “corregir” al niño, sino potenciar sus capacidades, fortalecer sus habilidades y favorecer su bienestar emocional y su aprendizaje.


Una herramienta sencilla para entender mejor las conductas en casa


Análisis Antecedente – Conducta – Consecuencia (ACC)

En casa también podéis convertiros en auténticos expertos en gestión de conducta. A veces no hace falta saber “mucho”, sino mirar mejor lo que está pasando.


Una forma sencilla de hacerlo es observar tres momentos clave:


  • Antecedente: ¿Qué ocurrió justo antes? ¿Había cansancio, ruido, una tarea difícil, un cambio inesperado?

  • Conducta: ¿Qué hizo exactamente el niño? (lloró, gritó, se fue, tiró algo…), sin interpretar, solo describir.

  • Consecuencia: ¿Qué pasó después? ¿Recibió ayuda, atención, se retiró la tarea, se calmó?


Solo con esta observación, muchas conductas empiezan a tener sentido. Además, podéis intervenir en cualquiera de las tres fases: anticipando situaciones difíciles, enseñando formas alternativas de expresar lo que sienten o modificando lo que ocurre después de la conducta.


No se trata de hacerlo perfecto, sino de entender y acompañar.


Recordad: vosotros sois quienes mejor conocen a vuestros hijos. Con pequeñas herramientas y una mirada comprensiva, podéis actuar como verdaderos terapeutas en el día a día.


Cada pequeño cambio cuenta.


¿Necesitas ayuda? Contáctanos.



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Mar
hace 8 horas
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Muy útil

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